El actual escenario político argentino demanda una lectura más profunda que la que ofrecen los medios de comunicación. En primer lugar, esta no fue una elección entre dos visiones de país, entre dos modelos de Argentina, sino entre dos variantes de un mismo régimen centralista ya agotado, que no resuelve los problemas de la gente y que ha generado la crisis económica que sufre Argentina. El problema argentino no es económico, es político.
En segundo lugar, tampoco se trató de una elección de personas, partidos o alianzas, sino de una disputa de aparatos políticos, donde uno desplazó al otro. Fue una interna nacionalizada: la orga kirchnerista contra el peronismo territorial (intendentes del conurbano, gobernadores, CGT y organizaciones sociales). En este sentido, la primera gran derrotada fue Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo, junto con su agrupación La Cámpora, que nunca intentaron respetar las estructuras territoriales del peronismo.
En tercer lugar, por apresurado, por no entender a nuestro pueblo, por creer que la política nacional es como jugar al bridge, un juego de origen inglés que no requiere de actividad física, que lo asimiló a la política criolla, estableciendo un contrato donde el declarante debía asegurar en cuántas manos se quedaba con las cartas del oponente. Macri perdió como en los torneos internacionales en los que participa, sus estrategias no fueron las adecuadas. Su espacio ahora está en crisis. El otro gran derrotado del escenario político.
En cuarto lugar, Patricia Bullrich, impulsada por la euforia de Macri -o para empujar a sus socios radicales por el mismo camino- salió a respaldar a Javier Milei. Cuando debieron esperar 48 hs., analizar el escenario y luego diseñar una estrategia. Los intendentes y gobernadores no acatarán órdenes, ellos deben asegurar la gobernabilidad en su territorio, y el único que se los garantiza es Sergio Massa. El libertario es una caja de sorpresas y quienes ocupan cargos ejecutivos no van a arriesgar “por las dudas”.
Finalmente, en esta elección hubo un gran perdedor, pero también dos grandes ganadores. Entre el primero, el ciclo de alianzas llega a su fin, y con ello la era de los acuerdos que no han beneficiado ni a la patria ni al pueblo. Este enfoque de acuerdos para distribuir cargos electivos ha demostrado ser ineficaz. Por lo tanto, dos ganadores sobresalen en este nuevo panorama: en primer lugar, los partidos políticos, que verán un retorno al antiguo esquema de elecciones internas, cartas orgánicas y plataformas consensuadas por sus afiliados. En segundo lugar, la Unión Cívica Radical, que ha superado su complejo de inferioridad y ha demostrado tener fuerza propia, prescindiendo de un tutor, acompañante o guía. El radicalismo auto-confirmó tener estructuras provinciales sólidas en todo el país, lo que podría ofrecer frutos significativos en el futuro. Ahora, ¿cómo responderá el Partido Justicialista ante este nuevo escenario? ¿Seguirá con la tutoría kirchnerista o buscará ir a internas el próximo año?
…¿Y Milei? ¿Se acuerdan de María en Metrópolis, la película de Fritz Lang…?
Luis Gotte
Co-autor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro
y “Buenos Ayres Humana, la hora de tu Intendente” en preparación.