La situación económica y política que enfrenta Argentina se caracteriza por una crisis de magnitud alarmante. En este contexto, es crucial entender los dos caminos posibles que se vislumbran en esta coyuntura. Es un hecho que necesitamos divisas y para obtenerlas tenemos, por un lado, la opción de producción y trabajo, y, por el otro, endeudarnos y ceder soberanía. Es fundamental analizar estas alternativas y comprender las implicaciones que tendrán en el futuro de la Patria.
Actualmente, no se debate ni se plantea en la agenda política un modelo argentino para un proyecto de nación que resuelva la situación económica a través de la producción. Tampoco hay interés en descentralizar el poder político, es decir, reformar el esquema de poder centralista por uno federal.
Como decíamos, sobre la alternativa de generar ingresos genuinos para pagar deudas, reducir el déficit fiscal, apoyar el desarrollo de las pymes, urbanas y rurales, atender las necesidades sociales, apoyar el desarrollo productivo con infraestructura y nuevos mercados internacionales, creando regiones productivas para potenciar el desarrollo de las mismas, equilibrar la demografía desconurbanizando y repoblando la provincia de los bonaerenses, serían algunas de las medidas para estabilizar las variables macroeconómicas, generando confianza y certidumbres, y cubrir las demandas de los trabajadores mediante el trabajo y la producción. Para ello, además, se necesitaría:
• Estimular la inversión pública y privada en sectores estratégicos como la ciencia, la tecnología, la educación y la salud.
• Promover la diversificación y cadenas de valor de las exportaciones, aprovechando las ventajas competitivas del país en áreas como la agroindustria, la biotecnología, las energías renovables.
• Proteger el mercado interno de la competencia desleal y el dumping, mediante aranceles e incentivos fiscales.
• Recuperar el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, para impulsar el consumo y la demanda agregada.
• Renegociar la deuda externa con el FMI y otros prestamistas, buscando condiciones que permitan un crecimiento económico y social y, de esa manera, honrar los compromisos con los diferentes organismos acreedores.
La segunda opción, por otro lado, implica endeudarse cediendo soberanía. Se argumenta que Argentina no tiene capacidad para generar ingresos suficientes y sostener su nivel de gasto público, su sistema previsional, su política social y de obras públicas, por lo tanto, está condenada a tomar deuda. Pero esta situación no concluye ahí, comienza un proceso de devaluación de la moneda, intencionalmente, todo arranca con un gran desequilibrio fiscal que se convierte en un desequilibrio monetario por la emisión para financiar el déficit, lo que genera un desequilibrio cambiario. Caos y crisis, destrucción de la moneda nacional.
El financiamiento, por lo tanto, es una cuestión de soberanía y recursos. Este punto es de suma importancia en el escenario geopolítico actual. Lo único que nos queda como garantía para hacer frente a los empréstitos es nuestra soberanía, los recursos de nuestro suelo, sus minerales y alimentos. Es así como se instala en Argentina un modelo extractivista, del que nadie discute y se opone, puesto que la mayoría de nuestro pueblo discute trivialidades. Ellos nos propondrán medidas como:
• Ajustar el gasto público mediante recortes en áreas como la educación, la salud, la ciencia y la cultura.
• Endeudarse con organismos internacionales y mercados financieros, a cambio de cumplir con sus exigencias de reformas estructurales.
• Ceder soberanía sobre los recursos naturales del país, como el petróleo, el gas, los minerales y las tierras fértiles, a empresas extranjeras o países con mayor poder geopolítico.
• Liberalizar el comercio exterior y el tipo de cambio, eliminando restricciones y controles al movimiento de capitales.
• Flexibilizar las condiciones laborales y reducir los salarios reales, para abaratar los costos de producción y aumentar la competitividad.
• ¿Exigirán nuestro silencio ante el futuro reclamo de la Antártida?
En este contexto, la producción, la industrialización y el movimiento obrero están notoriamente ausentes, desaparecidos. Es el regreso de Argentina a un modelo agro-minero exportador, similar al que se vivió en el S.XIX.
Es fundamental decidir qué camino tomará Argentina y cómo esto afectará su futuro. Con medidas radicales y desesperadas que provienen de sectores muy fanáticos que piensan que lo mejor es que explote todo, o que mediante una dolarización total de la economía generaría equilibrios y estabilidad, solo nos llevaría a una pérdida de autonomía monetaria y cambiaria, y de soberanía sobre nuestros bienes.
Resulta evidente que, la falta de un modelo político y económico viable tendrá consecuencias importantes en la toma de decisiones políticas a futuro, en este sentido, es necesario destacar que cuando una economía se encuentra devastada con un régimen político que no da respuestas, lleva a que otros países aprovechen este escenario para vaciar nuestros suelos. Está sucediendo en países de África y Asia, tanto por China como la Unión Europea.
Lamentablemente, el debate político que hemos presenciado recientemente, no nos da esperanzas para un camino hacia la transformación de Argentina hacia el desarrollo, por el contrario, pareciera que nuestros candidatos han garantizado un modelo agro-minero exportador. Esto implica que nuestro país seguirá abasteciendo de minerales, energía y alimentos, con mano de obra barata y costos reducidos para las empresas extranjeras. El colonialismo es el verdadero ganador en todo esto.
En resumen, Argentina se encuentra en medio de una crisis económica de magnitud alarmante y se deben considerar cuidadosamente los caminos posibles. Es necesario reflexionar sobre la ausencia de un modelo político y económico que se sustente en la producción y el trabajo, así como entender las implicaciones de ceder soberanía y endeudarse. Debemos asegurarnos de no retroceder a modelos del pasado y buscar soluciones que promuevan un desarrollo sostenible y equitativo para nuestro país y su población.
Luis Gotte
La pequeña trinchera
Mar del Plata