Elsa Igoa y el recuerdo de Puerto Lobos: Un legado en la ruta 3
En el kilómetro 1313 de la ruta nacional 3, al norte de Chubut, se encuentra el parador El Empalme, un lugar solitario en medio de la estepa patagónica. Elsa Igoa, orgullosa de su historia, se encarga de mantener vivo el recuerdo de Puerto Lobos, un antiguo pueblo de Chubut que desapareció cuando se asfaltó la ruta 3.
El pueblo de Puerto Lobos fue fundado en 1910 y llegó a tener un hotel, un Automóvil Club Argentino, comercios y alrededor de 50 habitantes. Sin embargo, con la construcción de la ruta 3 en 1959, el pueblo perdió su conexión con el resto de la región y poco a poco fue quedando abandonado.
El Empalme, el parador donde Elsa Igoa reside junto a su compañero de vida Héctor Trape y Rogelio Pereira, es la única construcción que queda como testimonio de la existencia de Puerto Lobos. A pesar de estar aislados y lejos de cualquier otro pueblo, Elsa y su familia se dedican a mantener vivo el recuerdo de la localidad desaparecida.
A pesar de las dificultades de vivir en un territorio aislado y despoblado, Elsa Igoa y su familia se mantienen perseverantes. El parador El Empalme ofrece hospedaje en sus tres habitaciones, aunque no cuentan con agua potable ni servicios básicos como gas o señal telefónica.
Elsa Igoa se enorgullece de ofrecer a los viajeros y trabajadores del camino una comida casera y reconfortante. Su guiso de arroz y fideos es muy apreciado por los camioneros que transitan por la ruta 3. El parador se convierte en un refugio y en un lugar de encuentro para aquellos que transitan por esta solitaria y larga ruta.
Para Elsa Igoa, El Empalme es mucho más que un parador en la ruta 3. Es un legado de un pueblo que alguna vez estuvo lleno de vida y felicidad. A pesar de la ausencia de personas, el parador se convierte en un lugar de encuentro y en un punto de referencia en medio de la vasta y solitaria estepa patagónica.
El recuerdo de Puerto Lobos vive en las historias que Elsa Igoa comparte con los visitantes y en las ruinas que quedan como testigos de un tiempo pasado. Aunque el pueblo ya no exista, su espíritu perdura en la memoria de aquellos que conocieron su belleza y su encanto.