Desde las primeras escenas: el presidente Milei en acción
El mandatario Javier Milei dio inicio a su gestión con un asado en la quinta de Olivos, donde celebró junto a los “87 héroes” la resistencia del veto que frenó un aumento para los jubilados, el grupo más golpeado por el ajuste fiscal. Siguiendo esto, Milei rompió con la tradición y presentó el presupuesto 2025 en un domingo nocturno en el Congreso, transmitiendo su discurso a través de una cadena nacional.
Su siguiente movimiento llevó al presidente a hacer una breve visita a Córdoba, que estaba siendo azotada por incendios. A pesar de posar para algunas fotos en una chaqueta militar, Milei evitó el contacto directo con los afectados y con los bomberos que trabajaban en controlar la situación. En una cuarta escena, Milei aparece en el balcón de la Casa Rosada junto a Susana Giménez, poco después de que se revelara la tasa de pobreza más alta en dos décadas. Finalmente, Milei vuelve a ponerse su chaqueta negra y retoma su papel de candidato en un acto con elementos peronistas para cerrar una semana desafiante.
Interrogantes sobre la gestión de Milei
A partir de estas escenas, emergen dos preguntas cruciales sobre la construcción de un presidente que se basa en un fuerte apoyo social. En primer lugar, ¿ha perdido Milei su capacidad para sintonizar con el humor social, una habilidad que fue crucial durante su ascenso al poder y sus primeros meses de gobierno? Esta situación plantea un desafío para una estrategia de comunicación que solía imponer los temas de discusión y que ahora debe adaptarse a una realidad caótica.
En segundo lugar, ¿está mostrando signos de desgaste la narrativa original de Milei, que se basa en una defensa irrestricta del ajuste y la lucha contra la “casta”, en vista de las dificultades del Gobierno para mostrar una fuerte recuperación económica? El discurso libertario de Milei se basa en el rechazo al pasado y en la promesa de un mejor futuro, pero parece carecer de un presente sólido.
El deslizamiento hacia un populismo libertario
Hay riesgos evidentes de deslizamiento hacia un populismo de cuño libertario que a menudo se evidencia en el ideario del Gobierno. Esto se hizo patente en la decisión de limitar el derecho de acceso a la información a través de un decreto. Este acto fue significativo porque fue la primera vez que Milei pasó de la hostilidad verbal contra el periodismo a una acción normativa concreta.
Por otra parte, los sondeos recientes muestran una caída en la popularidad de Milei. Sin embargo, desde la Casa Rosada se afirma que esta disminución estaba prevista y que no preocupa, ya que parten de un nivel alto de aprobación. Según la ecuación del Gobierno, aunque la aprobación de Milei caiga hasta un 35 o 40%, esto no afectaría su estrategia.
Desafíos en el horizonte para Milei
Más allá de las estrategias de comunicación, se percibe una creciente preocupación en la Casa Rosada por la acumulación de conflictos. Se observa un agotamiento de la primera línea de ministros y una sensación de que el gabinete adopta una tonalidad cada vez más monocromática.
Además, Milei enfrenta una inevitable escalada de conflictividad social. Su política de ajuste ha llevado a un aumento de la pobreza y a un crecimiento de los conflictos laborales. Aunque el Gobierno busca diluir la ofensiva del sector más duro del sindicalismo y apuesta a una posible privatización de la línea de bandera, lo cierto es que se avecina un difícil escenario.
En última instancia, la sociedad argentina votó a Milei con la esperanza de un cambio profundo, pero ese mandato es un concepto genérico basado en el rechazo a los gobiernos anteriores. Al momento de desglosar esa idea en acciones concretas, la tarea es mucho más compleja. Hay un dilema irresuelto de gran relevancia: mientras que la sociedad parece estar más cerca de la anomia que del estallido, el Gobierno de Milei parece estar lejos de cumplir con las expectativas de cambio que se habían depositado en él.