Sabemos que el Mossad es uno de los servicios de inteligencia en el extranjero más eficiente del mundo, como el Shin Bet, que es el servicio de inteligencia interna israelí. Además, se cuenta con el Centro de Inteligencia y de Situación de la Unión Europea, así como con los organismos de inteligencia de cada país como Francia, Alemania, el Estado Plurinacional Británico, sumando a la larga lista de agencias de espionaje de Gringolandia. A esto debemos agregar la red de satélites de comunicación y de espías que sobrevuelan toda la región de Medio Oriente. Por si fuera poco, una gran parte de esta población es informante de alguna de las agencias de espionaje. Aunque parezca una ironía, es una de las zonas más controlada y vigilada del planeta.
Recientemente, hemos visto un acercamiento entre Israel y Arabia Saudita. Recordemos que, en 1995, el Primer Ministro israelí Isaac Rabin estaba logrando avances hacia la paz en Medio Oriente cuando fue asesinado. Lamentablemente, hoy en día nos encontramos en una situación similar, donde el camino hacia la paz se ve manchado de sangre. Es probable que el Primer Ministro Netanyahu y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, no avancen es sus acuerdos de amistad, pero, ¿quién gana realmente es este retroceso? ¿Irán o el círculo de poder que rodea a Biden?
Los medios periodísticos occidentales nos informan de una “guerra”, de una invasión territorial, entre otros términos. En caso de tratarse de una guerra, correspondería a Israel contraatacar y castigar con el “fuego sagrado” a los herejes, que no se limitarían solo a Hamas, sino también a los países colaboradores: el gran Satán, Irán. ¿Qué hará el mundo musulmán ante esto?
Otro hecho que conocemos es que entre los colaboradores del presidente Joe Biden, la mayoría profesa la religión hebrea. No solo eso, sino que también tienen un enfoque muy básico y de “brutos” en relación al análisis geopolítico, donde priorizan el conflicto en lugar de la paz. Peor aún, están convencidos de que una guerra nuclear purificaría al mundo y, con los sobrevivientes, nacería uno nuevo sin la presencia del “innombrable”, el “abominable”, el “caído”.
El sentido común nos indica que es IMPOSIBLE que Israel o los gringos no tuvieran conocimiento previo de la planificación de este ataque por parte de Hamas. ¿Cómo hicieron para entrenar a más de 200 combatientes? ¿Cómo lograron ocultar más de 5.000 cohetes? O, como sucedió con las Torres Gemelas, se sabía lo que iba a ocurrir, pero se permitió que sucediera porque se consideraba un sacrificio necesario para un bien mayor: en el caso de las Torres, invadir y asesinar a Saddam Hussein, un líder peligroso, por sus ideas, para la economía estadounidense. En el segundo caso, ¿se formará una coalición contra Irán? Teniendo en cuenta que Irán es aliado de China y Rusia, según la mirada promedio estadounidense, representantes “del eje del mal”.
Nos encontramos en un momento preocupante, ya que Occidente carece de liderazgos y de hábiles diplomáticos capaces de negociar acuerdos de paz. En su lugar, nos enfrentamos a dirigentes incompetentes y ordinarios, sin moral y ética, que no saben cómo responder a esta situación de violencia, fanáticos religiosos y mesianismos. Incluso, y es lamentable, Naciones Unidas no tomarán ninguna medida, ya que simplemente es un “kiosco” de Occidente. Ahora bien, si estamos ante una “Tercera Intifada”, mejor armada y preparada y que tendrá consecuencias insospechadas, ¿será capaz China, como nuevo emergente imperialista, detener esta escalada de violencia que se avecina? ¿Permitirán los gringos la interferencia del gigante asiático?
Es un hecho que el mundo está cambiando, pero es el mundo de los oprimidos, de los explotados, de los subordinados. El colonialismo está llegando a su fin, como podemos observar en el Sahel africano, el Asia central e incluso en América Hispana, donde se ha mostrado resistencia a seguir las decisiones gringas y británicas sobre la guerra rusa-ucraniana. Desconocemos cómo será el escenario a mediano plazo, ya que ignoramos si Gringolandia tiene la capacidad de reaccionar ante esta situación de pérdida de influencia y de territorios con recursos estratégicos que la industria aeroespacial, de comunicaciones y de tecnología avanzada necesita. Sin embargo, lo que está claro es que nadie se quedará con los brazos cruzados.
Luis Gotte
La pequeña trinchera
Mar del Plata