Hay un sentimiento que recorre las calles de Morón, una mezcla de bronca y cansancio que se siente en cada conversación de almacén y en cada parada de colectivo. Es el hartazgo con los políticos que prometen y no vuelven. Y parece que ese sentimiento encontró una voz. Se llama Cristian ‘Chapu’ Martínez, es dirigente social y acaba de decir “basta” a su manera: lanzando su propia candidatura a concejal.
Para entender lo que está pasando, hay que escuchar al propio Chapu. No habla como un político tradicional. Habla como un vecino más. “Estamos cansados de los que aparecen dos semanas antes de la elección a sacarse una foto y después se borran”, nos dice, y es imposible no sentir que está resumiendo el pensamiento de miles.
Su nuevo espacio, Nuevos Aires, competirá en las elecciones del 7 de septiembre. Pero más allá del sello (una alianza provincial entre el Partido Renovador Federal y Unión Celeste y Blanco), lo que importa es la historia detrás. Martínez, que en su momento miró con simpatía las ideas libertarias, se topó con una pared. La realidad de su gente era más urgente que cualquier dogma.
“Hay cosas que me parece que están mal y las digo”, explica con simpleza. ¿Qué cosas? Una fundamental: “Venimos planteando que hay vecinos que no llegan al día 15 con sus ingresos y eso no fue bienvenido”. Ahí se rompió todo. Para él, la necesidad del barrio no era negociable.
Por eso decidió armar su propio camino, un refugio para otros que, como él, se sienten afuera de todo. Y es una mezcla de lo más variada: gente de la vieja UCD, militantes de la agrupación Rojo Punzó y, sobre todo, muchos vecinalistas, esos que conocen el nombre de cada calle y de cada problema. “La idea es ofrecerle la mayor representatividad a la gente”, razona.
Mientras los grandes partidos se pierden en peleas que a la gente de a pie le resultan lejanas —“se están peleando entre ellos, se sacan trapitos al sol”, describe Chapu—, su propuesta busca ser un cable a tierra.
No será fácil. Tendrá que luchar contra aparatos gigantes y presupuestos millonarios. Pero su fuerza no está ahí. Está en el eco que generan sus palabras en un Morón que parece, finalmente, haberse cansado de lo mismo de siempre.