Así lo asegura un informe del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación donde se señala que esa situación se observa con mayor nitidez al considerarse que, si se registrara al total de trabajadoras de casas particulares, la tasa de informalidad de la economía argentina se reduciría en 6,7 puntos porcentuales (caería del 36,7% al 30,0%) y la correspondiente a las mujeres bajaría 14,7 puntos porcentuales, disminuyendo de 39,3% a 24,6%.
El informe, titulado “La participación de las mujeres en el trabajo, el ingreso y la producción”, que fue elaborado en base a datos del primer trimestre de 2023, revela además que en el mercado de trabajo, la fuerza laboral femenina continúa siendo relegada a las actividades con menor remuneración. En ese sentido, se cita como ejemplo que el salario promedio en los servicios de atención a personas mayores, donde la participación de las mujeres alcanza el 88%, es nueve veces menor que el del sector hidrocarburífero, en el que la participación de las mujeres es de apenas 22%.
Por otra parte, en base a los datos que aporta la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, correspondiente al primer trimestre de este año, el citado documento concluye que las mujeres ganan, en promedio, un 25% menos que los varones. En el empleo formal, esa diferencia es del 17,5% y en el sector informal asciende al 36,5%. Para las investigadoras que ponen la lupa sobre estas diferencias, existen varios factores que acentúan las desigualdades entre mujeres y varones cuando se analiza el mundo del trabajo. Las tareas domésticas y de cuidado no remunerado figuran entre los principales motivos que ensanchan la brecha. Es que ambos factores limitan la posibilidad de las mujeres de percibir ingresos propios y de destinar tiempo al autocuidado, el esparcimiento y otras actividades centrales para su autonomía.
Se estima que actualmente, en nuestro país, 2,5 millones de mujeres dedican la mayor parte del día ocupado al cuidado de su familia, no cuentan con apoyos para ello y, por consiguiente, no disponen de tiempo para acceder a un trabajo remunerado. Dicho de otro modo, el principal obstáculo para la plena inserción de las mujeres en el mercado laboral está relacionado con la sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados. La tendencia a ignorar o subestimar las labores que tienen que ver con la crianza, el cuidado, la limpieza y la alimentación no es nueva. Viene desde tiempos inmemoriales. No es casual que, como ocurre en otros países de la región, en la Argentina casi el 90 por ciento de las mujeres llega a la edad jubilatoria sin los 30 años de aportes necesarios para acceder a una jubilación. Tampoco es casualidad que las mujeres representan sólo el 19% de la fuerza laboral de la industria automotriz o apenas el 9% en las áreas de Energía, Minería e Hidrocarburos, mientras que son la gran mayoría en las ramas laborales con salarios más bajos.
En efecto, el salario promedio en la rama de Energía, Minería e Hidrocarburos equivale a cuatro veces el que percibe una trabajadora de casas particulares. La cuestión de los cuidados no es un dato menor. Es un asunto que durante mucho tiempo ha estado excluido del ámbito de las políticas públicas. Hoy se sabe que sus problemáticas tienen gran incidencia en otros fenómenos como la feminización de la pobreza, las desigualdades sociales, el desempleo y la informalidad, la brecha salarial e incluso la desigualdad de género en la participación política. Frente a esta realidad, se debe tomar conciencia de esta problemática. Es necesario reducir las brechas de género que se presentan en los distintos ámbitos y poner en cuestión aquellos procesos sociales y culturales que naturalizan este tipo de situaciones. Los distintos sectores de la comunidad deben sumar esfuerzos para encontrar alternativas viables a la prestación de cuidados. Si se logra avanzar en ese sentido se estará dando un paso significativo para que las mujeres gocen de igualdad de oportunidades también en el mundo del trabajo.
Gentileza Diario Norte del Chaco