Decía Dn. Atahualpa Yupanqui que su vocación y su misión en esta vida era “ser un cantor de artes olvidadas que camina por el mundo para que nadie olvide lo que es inolvidable: la poesía y la música tradicional de nuestra Argentina”.
La poesía y su música es parte de nuestra memoria colectiva, de nuestra identidad cultural, de nuestro patrimonio nacional. Y la Provincia de Buenos Ayres también tiene a sus poetas y músicos con su estilo surero, que nos hablan de nuestra tierra, de nuestra gente, de nuestros sueños. Una poesía y una música que nos invitan a seguir cantando y caminando sientiéndonos bonaerenses.
Estos cantores, con sus raíces hundidas en la tierra fértil como en el corazón de sus paisanos, despiertan al alma dormida de la tradición, con sus melodías que hablan de amores, de duelos gauchos, de la melancolía, del trabajo, del hacer cotidiano, los mitos y las leyendas que han perdurado a lo largo de los siglos, del pueblo y la realidad de la patria. Ellos son portadores de un legado que trasciende generaciones, transmitiendo el eco de los antiguos juglares y trovadores de la Edad Media que iban de pueblos en pueblos contando historias de luchas y esperanzas, celebrando la belleza de la vida simple.
Como un mensajero del tiempo, nos invita a un viaje en el que el pasado se fusiona con el presente, recordándonos la riqueza de nuestra herencia cultural. En un mundo en constante cambio, donde la velocidad y lo efímero a menudo eclipsan lo eterno, estos artistas nos recuerdan que la poesía y la música tradicional son las piedras angulares de nuestra identidad, el hilo que conecta generaciones y que alimenta el espíritu humano.
La música surera, de la pampa bonaerense, ha generado distintos estilos y danzas como es la milonga surera o campera, el malambo, la payada, la cifra, la huella y el triunfo. Ellas son parte de la cultura gauchesca, interpretada con canto solista y guitarra. Aún siguen inspirando a jóvenes y adultos por igual, avivando la llama de la tradición en sus corazones. Sus versos mantienen viva la creatividad y la autenticidad. Cada nota que emana de su guitarra, cada palabra que brota de sus bocas, es un recordatorio de que la poesía y la música de nuestro pueblo son patrimonio que merecen ser apreciados y preservados.
En un mundo donde la globalización amenaza con homogeneizar la diversidad cultural, el canto surero es una trinchera de resistencia, un defensor cultural de nuestra tierra y nuestra gente. Su canto es un llamado a la reflexión, una invitación a la contemplación de nuestras raíces, y una garantía de que lo inolvidable permanecerá para las generaciones venideras. Porque mientras haya un corazón dispuesto a escuchar y un cantor dispuesto a cantar, la poesía y la música tradicional de nuestro pueblo surero seguirán resonando, eternas e inolvidables, en los rincones más profundos de nuestra alma.
Somos bonaerenses, tierra de trabajo y producción, de paz y solidaridad. Somos una comunidad que busca organizarse, y la única forma es manteniendo viva nuestra cultura. Comprendemos nuestro pasado para entender el presente y así sabemos cómo trazar el camino hacia el futuro.
Luis Gotte
Pueblo Surero
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