Homero Manzi, destacado poeta, político, guionista, periodista y director de cine, vio la luz el 1° de noviembre de 1907 en Añatuya, Santiago del Estero. Su legado, en gran medida, se encuentra en las profundas palabras de su poesía, como en las que se manifiestan en “Así es el tango”, 1937, donde resumió magistralmente la esencia del tango argentino como una manifestación cultural que plasma la vida, los sentimientos y la historia de los porteños, en particular de los estratos más humildes, los desamparados.
El tango, originado a finales del S.XIX y principios del XX en el Río de la Plata, representa el mestizaje único de influencias de ritmos africanos, europeos y criollo. Es más que música; es danza, lenguaje y una perspectiva de mundo, caracterizado por su requiebro seductor, la pena de amor que relata desengaños sentimentales, y el arrabal que representa los suburbios marginales.
Desde sus inicios, el tango emergió como una expresión rebelde y contestataria, desafiando a los sectores subordinantes. A lo largo de su historia, enfrentará los cambios culturales que se producen en Argentina, llevando a una pérdida de su identidad y valores autóctonos, debido a la imposición de modelos culturales globales y colonialistas. No será por la fuerza, sino a través del consenso y la persuasión en instituciones sociales como la educación, los medios de comunicación, el arte y la política, que controlan ideas, creencias, valores y tradiciones consideradas legítimas y propias de nuestra comunidad nacional. Uno de sus dispositivos fue el Club del Clan, para contraponerlo no solo al tango, también al folclore nacional.
El tango, en este sentido, será una resistencia cultural contra la hegemonía de estos sectores que buscan la europeización del país y la negación de nuestros saberes y decires. Como expresión popular, abogó por la identidad urbana, el mestizaje, la memoria histórica y la solidaridad de clase. El tango también se convirtió en una forma de crítica social contra las injusticias, desigualdades y opresiones que afectaban a mujeres, niños y ancianos. En su esencia, el tango desafió las normas morales y estéticas impuestas por el poder subordinante, el de la oligarquía, manteniendo vivas las diferencias y singularidades.
A lo largo del S.XX y XXI, el tango irá experimentando transformaciones en su música, letras, danza y audiencia. Algunas se originaron a partir de la innovación artística y la influencia de otras expresiones culturales, mientras que otras surgieron debido a la comercialización, masificación y globalización del tango. También se verá afectado por la estigmatización de ser considerado “machista”, “llorón”, “la metafísica de la tristeza”, por los sectores anti-populares como por el feminismo radicalizado, que lo irá llevando a cierto olvido y pérdida de interés.
Aun así, el tango resiste, es parte del patrimonio cultural argentino, ya que es sinónimo de identidad y libertad. Para mantener su relevancia en una comunidad en permanente ataque cultural, deberá dialogar con otras expresiones culturales que reflejen la diversidad y complejidad de la Argentina actual, sin perder su carácter contestatario. Para algunos, el tango debería adaptarse a las demandas de las nuevas generaciones que buscan formas de expresión y comunicación más actuales. En este desafío, creemos, que el tango debe resistir los intentos de apropiación y banalización por parte de intereses comerciales o políticos que buscan reducirlo a un producto turístico o a un símbolo vacío. El tango debe perseverarse como una música y baile que continúe contando la auténtica historia de los barrios y sus habitantes. Porque el tango es vida, es sufrimiento, es pueblo en resistencia.
“Olvidar es vivir, perdonar es querer y es mejor buscar la fe en el porvenir que andar penando por las huellas del ayer.”
Luis Gotte
Pueblo Surero
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