Por el Prof. Julio Otaño
“PERO SI IORIO ES UN FACHO…” Se repite como un mantra o bálsamo a la exagerada sensibilidad progresista herida una y otra vez por los polémicos dichos de este personaje rebelde. ¿Por qué Alfredo Casero es un transgresor y Ricardo Iorio no? Será porque a uno lo escuchaban en la Av. Quintana y al otro no.
Por un lado, es un horror que Iorio tire alguna frase antisemita y por el otro, Lanata, Echecopar o Canosa pueden decirle tranquilamente “negro de mierda” al hijo de D´Elía o a cualquiera “negro de mierda”…Iorio es el diablo. Iorio es Peronista. Así como Passarella o Castrilli, Iorio fue un personaje maltratado y estigmatizado por las agencias culturales jóvenes de los ´90, esa espantosa fábrica de “rebeldes” educados para no tener intereses más que el transcurrir haciéndose el canchero, coquetear con alguna expresión de izquierda adolescente a los 20 y alcanzar la bancarrota espiritual a los 30 viendo a Tinelli o programas de archivo porque nada le interesa lo suficiente como para dedicarle 2 o 3 horas de concentración exclusiva. “Me censuraron porque me identifico con el escudo, la escarapela, las Malvinas y la bandera”, “Existe la Policía del pensamiento y todo aquello que genere conciencia será prohibido”.
Así es, los jóvenes rebeldes que educó Pergolini y Tinelli. ¿Paradójico? Para nada, ambos se forraron de guita. Ricardo Iorio no es facho, pero tampoco es un bolche. Iorio está por debajo y por encima de esto, es un artista popular y es nacionalista. Con vicios, como todo ser humano, los cuales en algunas ocasiones lo empujan a resultados socialmente disvaliosos, pero nunca se debe olvidar que Iorio se adelantó a Manu Chao ($) en eso del indigenismo y que mientras los artistas progresistas aprovechaban las mieles del 1 a 1 para vender mierda y girar por el exterior, Ricardo fue el único que se acordó de Cutral Có, lugar de nacimiento del Piquete Argentino. Tal vez por estas cosas será que Darío Santillán fue enterrado con una remera de Hermética y no de Mano Negra.
En uno de sus temas. “Cumpliendo mi Destino”, Ricardo expresa que: “Siempre me opuse a que me pase. Tener que callar la verdad por miedo. Por eso perdí amigos y me gané el desprecio, de los muchos jodidos que hay en mi suelo. Prefiero a José Larralde, que al Che Guevara. Guardo de un hombre grande, guerrero nacional que hoy tienen preso. Puede haber caballo verde más no uno de ellos honesto. Y en ésta, mi canción, lo manifiesto. Estas verdades me llegan por intuición, pues jamás nunca a mí me hablo el corazón. Y sigo en esta huella cumpliendo mi destino. Será pecado sentirse argentino. No lo sé!!! Diganmelo ustedes. Malditos mentidores”.
Nació el 25 de junio de 1962, en el hospital Carrillo de Ciudadela. La zona oeste del Gran Buenos Aires (Caseros.) Desde la adolescencia manifestó su rebeldía ante toda imposición institucional, ya viniese de la familia o de las diversas escuelas por donde deambuló. Su entretenimiento era la música. Sus favoritos eran El Reloj y Manal. Soñaba con ser rockero, a tal punto que un día estaba viendo a Firulete y a Cañito en el Club Almafuerte, y los compañeros de la escuela lo sacaron a la puerta para que viese a unos pibes “extraños de pelo largo” que pasaban por la calle con sus instrumentos musicales en mano. Eran Ricardo y Ornar Mollo (Divididos), junto con Diego Arnedo y otros. Inmediatamente, Ricardito dijo: “Así voy a ser yo cuando sea grande”. Para uno de sus cumpleaños, sus padres, con mucho sacrificio, lograron juntar unos billetes para regalarle su primer bajo, un Faim Jazz Bass blanco, que sería fundamental para que su rebeldía fuese volcada en la música. Un sábado de invierno del ’78 se acercó hasta el cine de Santos Lugares para ver la mítica película “La canción es la misma”, de Led Zeppelin. Esa noche conoció a un pibe de aspecto rockero que se llamaba Ricardo “Chofa” Moreno, quien después de trabar amistad le hizo escuchar por primera vez a Black Sabbath. A Iorio, ese sonido denso, desequilibrante y absorbente le “voló” la cabeza. Aquí, en este rincón del tercer mundo, también se podía formar un grupo que hiciese una música fuerte y veloz, al estilo de Sabbath. Una tarde estaban Ricardo y Chofa en la vereda de la casa de éste y pasó un amigo en común que les sugirió un nombre: “Pónganle V8, como el motor”. Y quedó.
Ricardo concibió logo de V8 con la inscripción “Rock pesado” arriba. Luego salió a pegar adhesivos sellados con esa inscripción junto a los timbres de los colectivos, imponiendo una nueva forma de difusión de las bandas desconocidas. Pero Iorio no tenía un centavo y tenía que trabajar para comer. Por eso por las noches se lo veía en el Mercado de Abasto vendiendo cebollas, ajos y papas. Debido a esto, sus amigos lo apodaban “El Papero”. Y no se equivocaban en el apodo por su carácter y personalidad: porque cuando las papas quemaban era el primero que empujaba para adelante a la banda metalera. Uno de los primeros inconvenientes que se presentaron fue la deserción de Chofa, quien abandonó el grupo por sus constantes problemas hepáticos y de asma, que le impedían seguir el ritmo de su socio músico. Entonces al bajo de Iorio se suman Beto Zamarbide, en voz, Osvaldo Civile en guitarra y Gustavo Rowek en la batería. Así fue como Iorio fundó V8, y esa es la formación más recordada; con ella realizó tres discos: Luchando por el metal (1983), Un paso más en la batalla (1984) y El fin de los inicuos (1986).
La banda, comenzará a tener problemas por las distintas opiniones e ideas entre los integrantes, por eso se separa, definitivamente en el año 1987. Al poco tiempo de la separación, el bajista optó por armar una nueva experiencia grupal. Tampoco era fácil emprender algo nuevo porque para el año ’87 el heavy sufría una de sus peores crisis: el descrédito que azotaba al género debido a ciertos hechos de violencia, impedían que los dueños de rockerías les abrieran las puertas. Era como empezar de cero. Y Iorio quería demostrarse a sí mismo que él podía hacerlo, que no estaba abatido. Así armó Hermética, nombre inspirado a partir de una ciencia que se ocupaba de la interpretación de las enseñanzas de la civilización egipcia. Tiempo más tarde, dirá al respecto: “En la semana que largué V8 ya tenía el nombre de Hermética, el logo del grupo y los temas que le iban a pertenecer”.
Para ello Iorio convocó a Antonio Romano (guitarrista), Fabián Spartaro en batería (luego sería reemplazado por Tony Scotto, que, en el año 92, es sustituido por Claudio Strunz) y Claudio O’Connor en la voz. Esta es la formación de Hermética; con esta banda ejecutó ocho discos: Hermética (1989), Interpretes (1990), Ácido Argentino (1991), Hermética En vivo (1993), Victimas del vaciamiento (1993) Lo último en vivo estadio Obras (1994), y En Concierto parte I y II (1995). Hermética era una banda muy sólida, pero sólo en el aspecto musical, porque entre sus integrantes había conflictos: mientras el líder quería seguir viajando por el interior y no cruzarse de brazos, los otros no parecían estar tan convencidos. Se producían tremendos cortocircuitos. Al poco tiempo de realizar el concierto en Obras (1994), planearon hacer un último recital, pero Ricardo contrajo una hepatitis B y no tocaron por un tiempo, que luego se transformaría en un nunca jamás. Hermética se había separado, pero Iorio seguía de pie. Un mes después de la traumática disolución del grupo, el bajista optó por formar una nueva banda metalera. La bautizó Almafuerte, inspirado en el célebre escritor, llamado J. B. Palacios. Para este nuevo proyecto decide llamar a Claudio Marciello en guitarra y Claudio Cardaci en batería (que luego sería reemplazado por R. Márquez, Walter Martínez, y el actual Bin Valencia). Iorio decide ser la voz del grupo, aparte de tocar el bajo. Con esta banda, lleva realizados ocho discos…
Estaba listo para emprender una nueva gira, un nuevo viaje, pero no imaginábamos que no sería por este suelo. Esta vez se sumaría al Comando Celestial para entonarle a Perón y a los compañeros que el peronismo es el futuro en Argentina, la esperanza de nuestro planeta, porque somos humanistas, hermanados en el amor, la justicia y la solidaridad.
Abogado, docente y Profesor de Historia, Director, Director de Museos Históricos en Municipalidad de Gral. San Martín