Tras 7 meses de investigación y en medio de un fuerte hermetismo, la defensa de Konstantin Rudnev, el ciudadano ruso acusado de liderar una organización coercitiva en Bariloche, rompió el silencio. Su abogado, Carlos Broitman, calificó la causa como una “pesadilla” y un “show mediático” basado en prejuicios, y exigió de manera tajante la realización de un juicio inmediato para demostrar la inocencia de su cliente.
El eje central de su argumento es explosivo: la mujer que originó el caso por un presunto secuestro niega ser una víctima. “La presunta víctima ya en la cámara Gesell contestó que ella no era víctima de ninguna organización”, aseguró Broitman en una entrevista, afirmando que la joven no solo desincrimina a Rudnev, sino que la historia real es la de una mujer huyendo de la violencia de género en Rusia.
Según el letrado, todo el “escandalete” se originó por la sospecha infundada de una enfermera del hospital de Bariloche, quien al ver a la joven con una traductora “empezó a pensar que estaba secuestrada o iba a vender el bebé”. Para Broitman, esa confusión inicial, alimentada por barreras idiomáticas y culturales, fue el punto de partida de una causa que considera vacía de pruebas.

De la Libertad de Culto a la Persecución Política
La defensa enmarca las acusaciones en un contexto más amplio, vinculando el caso a una persecución política. Broitman recordó que su cliente es un opositor al gobierno ruso que estuvo “11 años en contra de Putín, preso en Siberia”. Esta condición, sumada a sus creencias religiosas, habría generado un estigma. “Por esos antecedentes ya pensaban que él tenía una secta”, señaló.
En este sentido, el abogado defendió las actividades de Rudnev bajo el amparo de la libertad de culto, un derecho constitucional. “¿Qué es esto? ¿Qué me traigan a alguien que haya sido vulnerado o llevado a engaño?”, cuestionó Broitman, comparando las donaciones recibidas por el grupo con el diezmo de los evangelistas o las donaciones a la Iglesia Católica.
“No hay pruebas, quiero un juicio ahora”
Con notable vehemencia, Carlos Broitman aseguró que en todo este tiempo, la fiscalía no posee un solo elemento sólido contra su defendido. Denunció que las pericias telefónicas “dieron todas negativas” y que se realizaron “tareas de inteligencia ilegales” y “traducciones erróneas con Google” para sostener la acusación.
La impaciencia de la defensa es total. “Quiero un juicio mañana. Lo quiero ahora”, repitió el abogado, convencido de que en un debate oral y público podrá “destruir la prueba, porque no hay elemento alguno”.
Finalmente, Broitman advirtió sobre el delicado estado de salud de Rudnev y adelantó que solicitará su inmediata liberación o, en su defecto, la prisión domiciliaria. “Si sigue en esas condiciones, puede terminar sin vida en el lugar”, alertó. Así, el caso Rudnev se debate entre graves acusaciones de trata de personas y una defensa que clama por un juicio para demostrar lo que considera una persecución injustificada.